El latín fue la lengua del antiguo Imperio Romano y constituye el origen de las lenguas románicas actuales. Ha sido vehículo de transmisión de la cultura clásica al mundo moderno.
En el ámbito del Derecho, el latín es la lengua vehicular de todo el corpus jurídico romano, que es la base de nuestro Derecho Civil actual. Así, muchas locuciones y aforismos latinos se siguen usando en textos administrativos y jurídicos (estudios, instancias y sentencias): Abintestato (en caso de procedimientos hereditarios en los que no hay testamento); In dubio pro reo (principio que establece que el acusado es culpable hasta que se demuestre lo contrario); Ad hoc (creado para un fin concreto, sin que pueda ser aplicable a una generalidad); Iura novit curia (principio por el que el juez conoce el Derecho, y que no hay que probar en el proceso lo que las normas dicen); Non bis in ídem (no se puede condenar dos veces por los mismos hechos) o la vacatio legis (período entre la aprobación de una ley y su entrada en vigor).
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